miércoles, 29 de agosto de 2007

Ciruelas

Ciruelas


Las ciruelas son cultivos sencillos comparados con las manzanas, las peras y los melocotones. Son bastante resistentes, no sufren excesivas enfermedades y dan abundante cosecha por espacio de varios años. Hay multitud de variedades entre las que destacan la damascena, la Claudia, la de dama, la de pernigón, etc.


Suelo y clima:

Los ciruelos prefieren suelo profundo pero prosperan también en arcillas o margas profundas siempre que estén bien drenadas, pero no en las superficiales y secas. Los ciruelos damascenos toleran algo mejor los suelos poco profundos. Los ciruelos florecen tem­prano y son, por consiguiente, vulnerables a las heladas primavera­les por lo que no se los debe plantar en lugares en donde se reman­sen bolsas de aire frío. Lo mismo que otros frutales de climas templados, necesitan pasar por una fase de inactividad durante los inviernos fríos.


Tratamiento del suelo:

El mejor es un suelo de reacción neutra, con un pH de 7 más o menos, por lo que habrá que encalar si es ácido. Se labra (cava profunda) la tierra antes de plantarlos y si es posible se cultivan una o incluso dos cosechas de abono verde. Se las entierra después con la azada o con el motocultor. El terreno debe estar bien drena­do. De lo contrario, hay que llenar el fondo del hoyo con una capa de 30 cm de piedras y enterrar una tubería que conduzca el agua hasta un foso o un terreno más bajo.


Multiplicación:

Los ciruelos comunes y los damascenos han de injertarse siempre, como también lo estarán casi siempre los adquiridos en vivero. "Myrobalan B" es un buen patrón para árboles grandes de fruto abundante que toleren la arcilla. "St. Julien A" y "Common Plum" son mejores para ejemplares pequeños. Los ciruelos se plan­tan igual que los manzanos. No son autopolinizantes por lo que hay que plantar al menos dos, o más variedades compati­bles. Hay que asesorarse al respecto en un vivero. Hay que dejar 7 m entre los árboles formados (o pie alto) si están sobre patrón "Myrobalan", y 4.5 m entre los ejemplares plantados sobre patrón enano como por ejemplo "St. Julien". Los ciruelos se plantan tam­bién en bancal profundo circular. La plantación se hace a comienzos del invierno, pero en las regiones de inviernos excepcionalmente fríos se efectúa al inicio de la primavera.


Cuidados durante el crecimiento:

La abundancia de abono favorece a los ciruelos. Es muy conveniente soltar gallinas u otras aves por debajo de ellos; si no, hay que aplicar una buena cobertura de compost o estiércol de establo o de vacuno.


Poda: Los ciruelos se podan para darles las formas diferentes. La primera poda se hace en el momento de plantar el árbol, y las posteriores a comienzos del verano, ya que si se reali­zan en invierno existe el peligro de aparición del mal del plomo.


Los ciruelos producen algunos años un peso considerable de fruto y como sus ramas suelen ser bastante débiles, aquellas que tengan mayor cantidad de fruta requieren soporte. Hay dos mane­ras de hacerlo.


Plagas y enfermedades:

Los ciruelos sufren las mismas plagas y enfermedades que los man­zanos (véase Manzana) aparte de algunas propias.

Mal del plomo: El síntoma es que las hojas se platean, pero la enfermedad ataca y mata a todo el árbol. Lo causa un hongo que crece sobre madera muerta. Cuando se hace la poda intensa de comienzos del verano hay que quemar el ramaje cortado y cubrir las heridas con pintura con lo cual se queda a salvo de la enferme­dad.

Tizón bacteriano: Se evidencia primero en forma de rayas negras sobre los brotes jóvenes. Aparecen más tarde manchas negras sobre las hojas y los frutos, que se vuelven incomestibles. No hay más cura que podar y quemar la madera cortada. Algunas varieda­des son más resistentes que otras. El patrón "Myrobalan" confiere un cierto grado de inmunidad.

Pudrición del corazón: Se produce a veces cuando se dejan en el árbol tocones serrados; los tocones curan con lentitud por lo que las bacterias pueden penetrar y matar la madera que hay por debajo de la corteza. Para evitarlo hay que cortar todas las ramas a ras del tronco.


Recolección y almacenamiento:


Para preparar mermeladas o jaleas, o para embotellar (para lo cual las ciruelas son excelentes), se recogen los frutos cuando aparece el vello sobre ellos aunque antes de que se vuelvan blandos. Para consumo fresco se las recoge cuando están maduras, que es cuando se arrancan con facilidad del árbol. En los climas secos y cálidos las ciruelas destinadas a ser pasas se dejan en el árbol hasta que están bien secas y caen con facilidad. Se las seca después en bandejas al sol. En climas húmedos hay que hacerlo por medios artificiales.

sábado, 18 de agosto de 2007

Frambuesas

Frambuesas


Las frambuesas son uno de los mejores frutos blandos que puede cultivar el hortelano autosuficiente. Son resistentes y soportan el abandono, aunque no debieran tener que demostrarlo.


Suelo y clima:

Prefieren suelos ligeramente ácidos por lo que no debe encalarse en ninguna circunstancia. La cal causa clorosis (amarilleo de las hojas). De todas maneras necesitan que la tierra sea buena por lo que si el suelo es ligero y arenoso hay que incorporar gran cantidad de estiércol. Los frambuesos prefieren el sol, pero si éste es escaso en el huerto crecen también en un lugar umbrío.

Tratamiento del suelo:

Se cava en otoño una zanja de dos paletadas de profundidad y se la llena con una mezcla de tierra y compost o estiércol. Necesita gran cantidad de potasio por lo que conviene añadir ceniza de madera si se dispone de ella; en caso contrario se agrega cualquier otro abono potásico. Tiene raíces tanto superficiales como profundas y necesita abundante humus.


Si sólo se quiere tener una hilera no hay problema; pero las raí­ces se extienden mucho y para plantar más de una hilera hay que separarlas bastante: lo normal en los huertos comerciales es 1.8 m pero es suficiente con 1.2 m para ahorrar espacio.


Multiplicación:

Recomiendo encarecidamente adquirir patrones con certificado sanitario expedido por un organismo oficial. Esos ejemplares dan mejores cosechas y duran mucho más tiempo que los que se pue­den obtener de un vecino que corta en otoño los renuevos de sus ejemplares. Las plantas certificadas consisten en un tallo con un talón de raíz sobre ella. Se plantan las raíces separadas 30 cm en hileras distanciadas 1.2 m. Se las entierra a 8 cm, se las cubre de tierra y se aprieta bien. Hay que cortar el tallo acto seguido hasta dejarlo a 23 cm por encima del suelo.


No hay razón alguna para no multiplicar los propios frambuesos en años sucesivos. "Andan" lo mismo que las fresas pero lo hacen de un modo totalmente distinto. Con el método del bancal pro­fundo hay que plantarlos en hileras separadas entre sí 45 cm. Debido a que sus raíces son superficiales no es aconsejable el cultivo intercalado. No se los debe plantar en donde ha habido frambuesos con anterioridad ni tampoco inmediatamente después de las patatas o los tomates porque padecen algunas de las mismas enfermedades.


Cuidados durante el crecimiento:

No hay que dejarlos que den fruto el primer año: hay que arrancar las flores pues de lo contrario la fructificación debilita a la planta. En el segundo verano ya pueden producir. Hay que eliminar las malas hierbas en un radio de unos 30 cm alrededor de las plantas mediante un acolchado abundante, para el que puede utilizarse cés­ped segado, hojas o compost. Hay que hacer labor de azada entre las hileras. No deben dejarse arraigar malezas ni hierbas pues impiden el desarrollo de los frambuesos. Hay que verificar si el acolchado es lo bastante espeso cada primavera. Las hileras de los frambuesos son un buen sitio para depositar las cenizas de madera. El empalizado del frambueso es sencillo pero necesario. Hay que preparar una cerca con tres cables de alambre, el más alto situado a 1.5 m por encima del suelo, y los otros debajo a intervalos regulares. Se atan a ellos los tallos. Hay quienes utilizan tres pares de cables y se limitan a meter los tallos entre cada par. Da resultado pero es mejor atarlos.

Poda: En otoño, después de que se hayan marchitado todas las hojas, se cortan hasta cerca del suelo los tallos que hayan fructifi­cado y se los poda del modo indicado en la figura de arriba.


Conviene recordar que los frambuesos actúan como bienales aunque sean en realidad perennes. Las ramas que se desarrollan un año dan fruto al siguiente y mueren después. Por eso hay que cor­tar cada año las que han fructificado, y dejar las que han nacido ese mismo año pues son las que darán fruto al siguiente.


Plagas y enfermedades:

Existen varias enfermedades causadas por virus y hongos que afec­tan a los frambuesos. Si se observa decoloración u otro signo de enfermedad, hay que cortar y quemar la parte afectada.

Mosaico del frambueso: Es la peor de entre las diversas virosis que se presentan y hace que las hojas se ricen y muestren manchas rojas y amarillas. Hay que arrancar los ejemplares afectados y quemarlos. Si no se hace, los pulgones trasmiten el virus a otras plantas.

Carencia de hierro: Si se observan zonas amarillas entre los nervios de las hojas es probable que se trate de falta de hierro. Apa­rece con mayor frecuencia en suelos muy alcalinos.


Recolección y almacenamiento:


Lo mejor es comer, crudas con nata, tantas como se pueda. El resto se guarda: se congelan y embotellan. Cuando llueve encima del fruto maduro hay que recogerlo en cuanto cesa la lluvia y congelarlo o embotellarlo; si no se hace así se enmohece. No deben dejarse frutos enmohecidos en la planta, pues el moho se transmitiría a otras plantas.

viernes, 3 de agosto de 2007

Fresas

Fresas


Es divertido cultivar fresas, aunque un poco difícil. Todos los hor­telanos están de acuerdo con la frase de que "sin duda Dios pudo haberlas creado mejores, pero indudablemente no lo hizo".


Las fresas son plantas que "andan", ya que son perennes que no poseen un sistema complicado de raíces. Por esa razón, cuando agotan el suelo sobre el que viven en uno o dos años, para huir de él y encontrar otro nuevo, echan estolones que se desplazan reptando por el terreno hasta dar con el lugar adecuado donde enraizar.


Existen diversas variedades de las llamadas fresas "trepadoras" o "perpetuas". Fructifican más tarde que las variedades normales y lo siguen haciendo hasta finales del otoño. Conviene plantar algu­nos ejemplares para poder saborear esta fruta en tiempo frío. For­zando en primavera las variedades normales bajo campana, túneles de plástico o miniinvernadero, y disponiendo asimismo de variedades trepadoras, es posible comer fresas desde principios del verano hasta el otoño.


Suelo y clima:

Las fresas son especies de bosque y esto es algo que hay que tener en cuenta en el momento de elegir y buscar su ubicación. Significa que toleran la sombra aunque fructifican mucho mejor al sol; pre­fieren gran cantidad de humus (crecen en mantillo casi puro, como sucede en estado silvestre); no ponen tampoco reparos a medios bastante ácidos. Prosperan mejor en los suelos ligeros que en los arcillosos, pero si disponen de humus abundante crecen en cual­quier lugar bien drenado. Son una especie de clima templado y adquieren mejor sabor en los climas fríos que en los cálidos. Con viene trasladarlas cada tres años con nuevas plantas a un terreno fresco.

Tratamiento del suelo:

Hay que cavar el terreno a la profundidad de una paletada e incor­porar una gran cantidad de compost o de cualquier abono orgá­nico bien maduro. Las fresas crecen asimismo con esos sistemas hortícolas en que no se labra la tierra siempre que la tie­rra esté cubierta de suficiente compost. Son también muy exigentes en cuanto al potasio, por lo que si se dispone de cenizas de madera conviene aplicarlas encima. El estiércol de granja es también rico en potasio.


Multiplicación:

La primera vez que se planten fresas hay que adquirir patrones libres de virus de un proveedor digno de confianza y provistos de certificado fitosanitario. A menos que se quieran obtener nuevas variedades, en cuyo caso hay que lograrlas a partir de semilla, lo mejor es multiplicarlas a partir de estolones. Existen pocas varieda­des que no formen estos últimos, y se las multiplica por división de la corona.


La mayoría de las variedades de fresa dan estolones que echan raíces por sí mismos, pero una manera de estimular su formación es mediante la eliminación de las flores de algunos de los ejemplares. Todo lo que hay que hacer es separar el estolón de la planta principal, desenterrar la plantita que tiene en su extremo y trasplan­tarla. Más seguro es colocar pequeñas macetas de tierra cerca de la planta madre y sujetar sobre ellas los extremos de los estolones. Cuando han echado raíces se los separa de la madre, se desentie­rran las macetas y se los transplanta a su emplazamiento definiti­vo. Con este sistema es posible establecer un nuevo fresal cada año y levantar otro después de que haya dado fruto durante tres temporadas. Así, cada otoño habrá un fresal recién plantado, uno de un año, otro de dos y otro de tres, este último a punto de ser arranca­do. Los nuevos deben plantarse lo más lejos posible de los viejos para evitar la propagación de enfermedades.


Es posible plantar o transplantar fresas en cualquier época del año (si los inviernos son suaves) pero lo tradicional es hacerlo a finales del verano, pues así se puede recoger una cosecha al año siguiente. Hay que colocarlas separadas 38 cm en hileras distancia­das 75 cm. Debe dejarse la corona a nivel del suelo pero con las raíces extendidas a lo ancho y en profundidad. Hay que regar bien las nuevas plantas.


Las fresas crecen muy bien en bancal profundo. Su plantación y distancias son las mismas que en bancal corriente.


Cuidados durante el crecimiento:

Es muy fácil que las malas hierbas infecten un fresal. Las plantas se extienden de modo incansable y resulta muy difícil desherbar. Hay que utilizar la azada mientras sea posible, y luego escardar a mano. Si la plantación se hizo entre el final de un verano y el comienzo del siguiente, no debe dejarse fructificar hasta el año des­pués y no antes: durante el primer verano de las plantas se arran­can las flores.


Debe pasarse la horquilla sobre el terreno en primavera, cuando las plantas comiencen a extenderse, y poner abundante paja debajo de los tallos. Así se eliminan las malas hierbas y se mantiene a las fresas limpias y sanas. Pero hay que vigilar la presencia de las ba­bosas.


Si hay muchos pájaros hará falta colocar una red. Ésta puede estar a baja altura sobre los fresales, en cuyo caso hay que retirarla cada vez que se recogen fresas; también puede tratarse de una jaula para frutales, que resulta cara, a menos que la construya uno mismo.


Plagas y enfermedades:

Debe evitarse administrar excesivo nitrógeno a las fresas, pues las debilita y abre las puertas a las enfermedades.

Mildiu: Se presenta en forma de polvo blanco que da a las fresas un color marrón apagado. Hay que rociar con azufre a intervalos regulares.

Pulgones: Son una amenaza porque propagan virus, especialmente los causantes del encrespamiento y de las manchas amarillas de las hojas, que debilitan a las plantas. Para evitarlo, en abril hay que rociar con abundante nicotina o derris el centro de las plantas. No debe usarse nicotina cuando las fresas están casi maduras.

Escarabajo del fresal: Este pequeño insecto devora las fresas. Hay que mantener bien desherbada la parcela, evitando de ese modo que los escarabajos se instalen en las proximidades.

Moho gris: Se le llama también botritis. Aparece primero en forma de mancha gris sobre las flores y después sobre los frutos, en donde se desarrolla hasta formar una vellosidad grisácea que los pudre. Hay que espolvorear azufre sobre las flores en cuanto aparece el primer signo.

Podredumbre: Si se pudren las fresas después de llover hay que arrancarlas y echarlas al montón de compost. Deben recogerse sin demora todas las que están maduras después de llover.


Recolección:

Hay que arrancar los frutos de la planta con el peciolo intacto, que sólo se quita en el momento antes de consumirlos; de lo contrario se pierden vitaminas y otras sustancias nutritivas. Se deben guar­dar a la sombra durante algunas horas o en la nevera por espacio de uno o dos días. Las fresas pueden congelarse, pero al desconge­larlas se tornan blandas.


Después de recogida la cosecha se quita la paja de debajo de los tallos y se limpia la parcela de hojas muertas, estolones sobrantes y malas hierbas.